¿Qué factores impactan en la solvencia de las aseguradoras y reaseguradoras? ¿Cómo afecta la inflación y el canje de la deuda a la cartera de inversiones del mercado de seguros? ¿En qué situación se encuentran la cobranza, la siniestralidad y la producción? Sobre estos temas consultamos a Antonio García Vilariño, Titular del Estudio García Vilariño y Asociados; Gabriel Marinozzi y Juan E. Bettinelli, Partners de Russell Bedford Argentina; Marcelo De Gruttola, Assistant Vice President – Analyst de Moody’s Investors Service; y a Lionel Moure, Socio Líder Insurance de Deloitte.
Escribe Lic. Aníbal Cejas

Es sabido que la pandemia golpeó fuerte al sector. Hubo baja en las cobranzas y actualmente un repunte de la siniestralidad que se deprimió en los momentos más duros del aislamiento. La producción también sufrió.
Pero, ¿cómo se encuentran actualmente la Solvencia y las Inversiones del sistema?

A continuación, consultamos a Antonio García Vilariño, Titular del Estudio García Vilariño y Asociados; a Gabriel Marinozzi y Juan E. Bettinelli, Partners de Russell Bedford Argentina; a Lionel Moure, Socio Líder Insurance de Deloitte; y a Marcelo De Gruttola, Assistant Vice President – Analyst de Moody’s Investors Service, acerca de cuáles son los factores que influyeron en la solvencia de las aseguradoras y reaseguradoras.

De izquierda a derecha, Marcelo De Gruttola, Assistant Vice President – Analyst de Moody’s Investors Service; Gabriel Marinozzi y Juan E. Bettinelli, Partners de Russell Bedford Argentina; Lionel Moure, Socio Líder Insurance de Deloitte; y Antonio García Vilariño, Titular del Estudio García Vilariño y Asociados.

Al respecto De Gruttola aseguró: «Creemos que los temas más importantes en este momento, que afectan o pueden afectar la solvencia y liquidez de las compañías, son la exposición al soberano en las carteras de inversiones, por un lado, y el entorno operativo muy desafiante, sobre todo por los niveles de inflación y caída del producto. Si bien, el reciente acuerdo por parte del gobierno nacional en la restructuración de su deuda es positivo para el sector asegurador porque reduce en alguna medida la incertidumbre, la volatilidad del mercado sigue siendo elevada y las cotizaciones no se han recuperado completamente.
Adicionalmente, debido a las mayores restricciones cambiarias impuestas por el Banco Central, podría haber presión también sobre la deuda corporativa, lo cual puede afectar a las carteras de inversiones de las compañías. Por otro lado, la inflación elevada y la recesión también atentan contra la salud del sector, dado que dificulta a las compañías obtener resultados positivos en términos reales. Es importante recordar que actualmente una parte importante de las aseguradoras están valuando sus tenencias de títulos a costo amortizado, es decir que no contemplan en su patrimonio e indicadores de solvencia las pérdidas por valor de mercado de dichas inversiones.
En Moody’s hicimos un análisis hace algunos meses para estimar el impacto de dicha contabilización en el cumplimiento de los capitales mínimos regulatorios. El resultado fue que, de las 25 compañías más grandes del mercado, 22 utilizaron esta excepción en la contabilización de títulos, de las cuales 9 hubieran reportado déficit de capitales mínimos si hubieran contabilizado sus inversiones a valor de mercado. De todas maneras, desde el momento en que realizamos ese análisis, las inversiones han recuperado parte de su valor, por lo que es probable que el impacto hoy ya sea algo menor».

Por su parte, Marinozzi y Bettinelli destacaron que las normas recientemente emitidas por la SSN en materia de relaciones técnicas tendieron a alivianar los requisitos de solvencia de las entidades, a los efectos de contrarrestar el impacto negativo de la pandemia y del ajuste por inflación contable, establecido como obligatorio a partir del 30 de junio de 2020. «Dichas medidas incluyeron el mantenimiento de los montos de capital a acreditar por ramas en los valores de marzo de 2020 hasta el 30 de junio de 2021, la consideración de los montos a acreditar en función de las primas y siniestros a valores históricos, junto con otras medidas que permiten incrementar la base de activos computables».

A continuación, García Vilariño expresó: «Si bien la situación que hacía prever un default de la deuda pública local generó una fuerte incertidumbre para la valuación de tales inversiones -optando ya las entidades para el cierre del 30 de septiembre y posteriores-, el poder aplicar para las mismas (TPR y ON) ‘valuación técnica’, provocó que con el pasar de los meses y las expectativas la brecha de tal valor se fuera neutralizando, en tanto el éxito del canje y la posibilidad de poder continuar valuando técnicamente las tenencias producto del canje, vuelve a oxigenar al sistema.
También ha existido una fuerte recomposición para las tenencias en Obligaciones Negociables, sincerando en tanto los Fondos Comunes de Inversión con la valuación oficial para la tenencia en divisas.
Un fuerte componente de la solvencia, básicamente para aseguradoras y reaseguradoras locales, es la inversión en inmuebles, para los cuales en el actual contexto es difícil contar con las tasaciones del Tribunal de Tasaciones de la Nación; la valuación alternativa optada para ajustar su valor por IPC permite un mejor acompañamiento de tales activos en su computabilidad en las relaciones técnicas. Por supuesto, como elemento de valor, no podemos dejar de mencionar el Reaseguro, que más allá de ciertas complicaciones generadas por los temas cambiarios y los pagos, se ha mantenido inalterable, preservando los contratos y sus condiciones y moneda, lo cual es fundamental para la solvencia y respaldo del sistema».

A tu turno, Moure evaluó que si bien la crisis del Covid-19 perjudicó a las compañías en términos de sus cobranzas y volumen de actividad, esto fue más que compensado con la baja en la siniestralidad experimentada. Además, señaló: «El factor más negativo que estamos visualizando está relacionado con la baja en la cotización de los títulos públicos y demás inversiones de las aseguradoras que afectó su solvencia. Si bien la SSN permitió adoptar medidas para valuar estos activos por sus valores técnicos evitando reconocer en algunos casos estas pérdidas, considero que este punto es el que está teniendo más influencia en la solvencia de las aseguradoras. Las aseguradoras que tienen su cartera posicionada en activos en pesos se han visto menos afectadas, mientras que las posicionadas en títulos públicos en moneda extranjera han sido las más afectadas».

Inversiones

Indagamos a los profesionales sobre cómo se compone la cartera de inversiones del mercado de seguros y cómo afectó a las compañías la inflación y el canje de la deuda.

En respuesta a esta cuestión, desde Russell Bedford Argentina, Marinozzi y Bettinelli detallaron que la cartera de inversiones del mercado de seguros Patrimoniales se compone de fondos comunes de inversión en un 33%, títulos públicos en un 31%, obligaciones negociables en un 14%, acciones en un 10%, depósitos a plazo fijo en un 9% y otras inversiones en un 3%.
Por su parte, la cartera de inversiones del mercado de Riesgos del Trabajo se compone en un 34% de títulos públicos, 33% de fondos comunes de inversión, 17% de obligaciones negociables, 14% de depósitos a plazo fijo y en un 2% de acciones y otras inversiones.
A esto, los ejecutivos adicionaron: «A los efectos de cubrirse de la inflación, las entidades redujeron sus tenencias en depósitos a plazo fijo, reemplazándolas por fondos comunes de inversión, los cuales ofrecen mayores rendimientos.
Por otro lado, si bien el canje de títulos públicos impactó negativamente en la rentabilidad a valores de mercado, dicho efecto se encuentra atenuado a nivel contable debido a que, en gran medida, las entidades optaron por mantener sus tenencias de títulos públicos hasta su vencimiento, valuándolas a su valor técnico.
Por su parte, las inversiones inmobiliarias, aunque sin altos rendimientos, permiten a las compañías hacer una reserva del valor invertido, el cual se actualiza por medio de tasaciones de mercado ajustadas por inflación».

Desde Moody’s, De Gruttola observó que la cartera de inversiones de las compañías de seguros continúa concentrada en deuda soberana, aunque destacó que algunas compañías han reducido su exposición desde 2018 y 2019 debido a la crisis de la deuda. «El mayor crecimiento en el último tiempo se dio en las inversiones en bancos, ya sea a través de plazos fijo o fondos comunes de inversión.
La crisis de la deuda soberana tuvo un impacto negativo muy importante sobre las inversiones, situación que luego se estabilizó a medida que se vislumbraba el acuerdo con los acreedores. La tasa de inflación, que a pesar de la baja en los últimos meses continúa siendo elevada, sumado a tasas de interés más bajas que en años anteriores, presionan la rentabilidad de las compañías», explicó.

Luego, desde Deloitte, Moure analizó: «Algunas compañías han tenido como estrategia posicionarse en inversiones denominadas en pesos y, por lo tanto, estuvieron menos expuestas al canje de deuda. En este caso encontramos inversiones a tasa y CER. Estas compañías no se vieron tan afectadas por la baja en las cotizaciones de estos activos, pero el rendimiento que están obteniendo es menor a la inflación.
Las compañías que tienen una mayor tenencia de activos argentinos denominados en dólares han tenido una baja más significativa en sus valores de cotización y, en el caso de títulos de la Nación y las provincias, están soportando la reestructuración de estas inversiones. Si bien, la SSN estableció mecanismos para atenuar el reconocimiento contable de estas pérdidas, la afectación en la rentabilidad y en la solvencia es significativa».

Más adelante, García Vilariño enfatizó: «En los Estados Contables al 30 de junio de 2020, tanto para aseguradoras como reaseguradoras, se deben presentar no más allá del 30 de septiembre y ‘a moneda constante’, con el procedimiento establecido por la SSN, para el cual se cuenta con la base normativa del RGAA y dos gacetillas explicativas de gran claridad y nivel profesional.
El mercado tiene un gran posicionamiento en Fondos Comunes de Inversión, algunos de ellos Administrados, que contienen las diversas especies permitidas y cuya rentabilidad, salvo contadas excepciones, ha superado con creces la evolución inflacionaria, preservando el activo y consecuentemente el Patrimonio Neto de las aseguradoras y reaseguradoras. Es también importante la cartera en Títulos Públicos de Renta e instrumentos emitidos por el Estado, reconfortado todo ello y revalorizado por el canje y a la espera ya de confirmaciones para los nuevos valores de cotización.
Cierran el marco de negocios Plazos Fijos, no tan atractivos en la medida que la tasa resulte negativa frente a inflación, e interesantes reconversiones y nuevas emisiones de ON, privilegiando las emitidas en dólar linked, como asimismo en CEDEARS, si bien estos últimos instrumentos no resultan aún computables para las relaciones técnicas».

Siniestralidad, Cobranza y Producción

Para finalizar este panorama, De Gruttola analizó las variables que inciden en la rentabilidad de las aseguradoras: «Desde el inicio de la pandemia hubo un descenso muy marcado en los niveles de siniestralidad en los ramos más importantes, sobre todo en Automotores, lo cual era esperable por la menor circulación. Esa caída en la siniestralidad fue muy importante dado que permitió a las compañías compensar en términos de liquidez la baja en la cobranza. No creemos que la pandemia vaya a tener un efecto permanente en la siniestralidad, y el nivel de siniestros volverá gradualmente a niveles más normales. También se ha visto que las compañías han ofrecido descuentos importantes, aprovechando el margen que les dio la caída en la siniestralidad y con el objetivo de preservar su cartera. Este será un factor a monitorear, dado que en un mercado de seguros tan competitivo como el argentino y con una economía en recesión, no es tan fácil volver a subir los precios, lo cual puede presionar la rentabilidad a medida que la siniestralidad vuelve a niveles más normales».
Respecto a la cobranza, el especialista añadió: «Sucedió algo similar, con cierto impacto inicial en el inicio de la pandemia y regularizándose de ahí en adelante. Igualmente, el impacto fue en promedio bastante moderado, y con una diferencia importante a favor de las compañías que tienen su cartera mayormente adherida a débito automático».

Sobre este tema, Moure coincidió en que la siniestralidad mostró una baja importante desde marzo hasta comienzos de julio, principalmente en Autos y Riesgos del Trabajo. Y agregó: «Luego de julio se comenzó a ver un retorno a los niveles más habituales, aunque sin llegar aún a los ratios de siniestralidad del año pasado.
Por su parte, la cobranza se ha mantenido en niveles muy aceptables para el contexto actual y no hemos visto bajas mayores al 10% en los operadores que tuvimos contacto. Quizás llamó más la atención la baja en la producción de primas, especialmente en Riesgos del Trabajo, producto de las suspensiones y reducciones de salarios producto de la crisis».

En la misma línea, Marinozzi y Bettinelli también sostuvieron que la siniestralidad de los Seguros Patrimoniales en la primera etapa del aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) verificó una reducción en la frecuencia siniestral, principalmente influenciada por la disminución en el tránsito vehicular. Y ampliaron: «Dicha tendencia comenzó a revertirse en los últimos meses, donde se puede constatar un incremento en la frecuencia como consecuencia de la apertura de actividades y de la reactivación de las tareas en los juzgados, con el consiguiente ingreso de demandas ‘contenidas’.
Asimismo, la intensidad siniestral también registró un incremento, principalmente en las coberturas de Cascos, fruto del incremento de los costos de repuestos y reparaciones. Adicionalmente, se ha verificado una reciente aceleración en los tiempos de embargos y sentencias.
Dentro del mercado de Riesgos del Trabajo, también se verificó inicialmente una disminución en la frecuencia siniestral, tendencia que se fue revirtiendo con la reapertura de las actividades. Asimismo, se sumaron una gran cantidad de siniestros denunciados por Covid-19, los cuales deberán ser cubiertos por el Fondo Fiduciario de Enfermedades Profesionales, en la medida que correspondan».
Con respecto a las cobranzas de Seguros Patrimoniales, los ejecutivos de Russell Bedford mencionaron que «las mismas se vieron considerablemente afectadas durante los meses de marzo y abril, en particular las relacionadas con medios de pago que no fueran tarjetas de crédito. A partir del mes de mayo, dichos niveles comenzaron a recomponerse, encontrándose actualmente en niveles más cercanos a los previos al inicio del ASPO. En tanto, para Riesgos del Trabajo también se verificó una reducción en el nivel de cobranzas, principalmente explicado por la disminución de la masa salarial y, en menor medida, por la baja de contratos».

Por su parte, García Vilariño afirmó: «La cobranza tuvo una fuerte caída inicialmente, contemporánea con el inicio del ASPO y el marco de incertidumbre generado, agravado ello por la caída operativa de muchos medios de cobranza. Por otra parte, la situación para los valores diferidos generó cierto corte de la cadena de pagos. Ese fuerte impacto se fue reconvirtiendo con el regreso a la normalidad de la mayoría de los operadores del interior y sus auxiliares, como asimismo la adaptación al nuevo contexto digital por parte de los asegurados, que han privilegiado mantener sus coberturas al día, al menos para las prestaciones básicas.
También gran parte de los inconvenientes fue generado por las propias aseguradoras, que ante ciertas debilidades de sus sistemas que no pudieron o no supieron en el momento inicial, adecuarse a una operatoria digital y el poder transmitir, tanto para el stock a cobrar como para el generado por las renovaciones y nuevas emisiones, instrucciones a sus agentes/productores asesores, como a sus propios RRHH, más allá de la gran ventaja generada por la ‘cobranza bancaria’ antes implementada».
Para finalizar, en cuanto a la emisión, Vilariño sumó: «Si bien hubo una retracción inicial generada por las mismas situaciones antes comentadas, poco a poco se fue regularizando para las ramas donde la actividad continuaba operativa, como Automotores, Combinados Familiares, por ejemplo, pero con cierta retracción en Riesgos del Trabajo, en Caución, en Transportes, en Integrales de Comercio, entre otros, generado ello naturalmente por la menor actividad y fuerte caía del PBI, motivada por la misma pandemia. Sabemos que hay actividades como Comercio, Hotelería, Gastronomía, Turismo, totalmente discontinuadas -esperemos sólo temporalmente-. En cuanto a siniestralidad es evidente que hubo una gran merma inicialmente en la denuncia de siniestros, consecuencia evidente de la retracción de la actividad, también con una menor comunicación de sentencias, por la discontinuidad judicial, ya pronto no solo normalizada, sino agravada con sentencias con elevadas tasas de interés y fuertes componentes inflacionarios».