La importante sequía que afecta a la región agrícola central ya ha disparado la conformación de una mesa multisectorial abocada a la implementación de un seguro paramétrico de sequía con índice verde como adicional a la Póliza de Granizo, que no contará con subsidio a la prima. De acuerdo a los testimonios relevados por Informe Operadores de Mercado, las conversaciones políticas y técnicas están muy avanzadas.

 

Escribe Aníbal Cejas

La sequía está afectando a la Pampa Húmeda y parte del NEA. En la región pampeana, las provincias de Santa Fe, Córdoba, La Pampa y fundamentalmente Entre Ríos son las más afectadas. En la provincia de Buenos Aires la afectación e intensidad es más variable.
Aunque su impacto no será tan alto como la seca de 2008/2009, ya se estima que habrá importantes pérdidas.
Mientras tanto, el Ministerio de Agroindustria conformó una mesa con actores públicos y privados para implementar un seguro paramétrico contra sequía, sin financiamiento de la prima por parte del Estado.

«En cuanto a los cultivos, la soja y el maíz son los más afectados, no solo en rendimiento, sino que también no se pudo sembrar todo lo que se había programado.
La estimación de pérdida, respecto a la campaña pasada, es de 15 millones de toneladas en soja y 5 millones en maíz. Esto representa ingresos por 5.500 millones de USD menos para el país (retenciones para el fisco e ingresos para el productor)», destacó Gustavo Mina, Gerente de Seguros Agropecuarios de Sancor Seguros.

Por su parte, Carlos Comas, Gerente de Riesgos Agropecuarios y Forestales del Grupo Asegurador La Segunda, manifestó:

«Esta sequía histórica está afectando de mayor manera a los cultivos de verano de siembra de segunda.
En lo que respecta a cultivos de primera, se esperan rindes promedios de soja de 33 qq/ha y en maíz rindes cercanos a 95 qq/ha, estos últimos cultivos recibieron un buen aporte de agua hasta fines de Diciembre.
La característica de esta sequía es que es un evento muy heterogéneo. En general, se estima que la pérdida en cultivos de gruesa sea de un 30% sobre lo estimado al comienzo de la campaña agrícola».

 

A continuación, Diego Abrahamovich, Suscriptor de Agro de Federación Patronal, señaló: «La variabilidad que viene mostrando el clima en los últimos años hace difícil la toma de decisiones en el campo. Haciendo un repaso rápido, partimos a comienzos de campaña con anegamientos en numerosas zonas producto de las ya conocidas inundaciones, que incluso llegaron a demorar la siembra de los cultivos a comienzos del invierno. Al mismo tiempo, los pronosticadores climáticos anunciaban un año Niño débil que luego fue virando hacia un estado neutral cálido. Con todo este panorama a favor se esperaba un año récord en lo que respecta a la siembra en trigo, y por qué no, un aumento de la superficie implantada de maíz y soja respecto al año anterior.

Pero el clima no es matemática ni tampoco sus pronósticos suelen ser certeros, y así fue como bien entrada la primavera lo que se había pensado como escenario probable de campaña cambió rotundamente, pasando a convertirse en una Niña débil con mayor plenitud de desarrollo hacia el otoño. Por eso, lo que está ocurriendo ahora no es más que una situación bastante similar a la que se presentó hace siete años, en la campaña 2011-2012.
Mientras pasan los días y los mapas de reserva de agua ya muestran cada vez tonalidades más oscuras, los maíces de primera que se han comenzado a cosechar muestran buenos rindes, no así los de segunda o tardíos, que no sólo han disminuido el rinde considerablemente por la falta de agua durante el período crítico, sino que además hasta se duda si podrán cosecharse.
Igual panorama para la soja de segunda, que se encontraría en una situación muy comprometedora en prácticamente toda la región y que requiere de lluvias inmediatas que reviertan la condición.
Según datos de la Bolsa de Cereales, el 41% de los maíces tempranos están en condición hídrica de déficit hídrico (sequía), y el 65% de los tardíos en idéntica situación. Respecto a la soja, tanto la de primera como la de segunda están en un 50% en sequía.
La provincia de Buenos Aires es una de las más afectadas, especialmente los partidos de Villegas, Coronel Dorrego, Adolfo Alsina, Ameghino y Maipú, entre otros, como así también la zona ganadera de la cuenca del Salado; lo mismo ocurre en Entre Ríos, sudeste de Córdoba, centro y sur de Santa Fe. En estas tres últimas provincias, la superficie afectada por sequía a la fecha es superior a la que existió en el año 2009.
Con este panorama en contra, los rindes de soja y maíz caerían por debajo del promedio de los últimos cinco años, y además se comprometería la futura siembra de los cultivos de invierno de no ocurrir precipitaciones en los próximos meses que permitan la recarga de los perfiles del suelo.
Analizando todos estos elementos, resulta lógico comprender los motivos por los que haya existido un comienzo más que interesante en lo relacionado a la demanda en la suscripción de seguros de Granizo, atado a una mayor superficie sembrada con proyecciones de buenos rindes y altas sumas aseguradas. Pero en la medida que la sequía comenzó a asomarse, el interés en la contratación de seguros de Granizo fue disminuyendo prácticamente al mismo ritmo. Incluso en las últimas semanas, con cultivos borrados del mapa por los caprichos del clima, no fueron pocos los productores que solicitaron la reducción de suma asegurada o directamente la anulación de sus pólizas».

En sintonía, Nicolás Zuccarino, Director Adjunto de Agro de AON Argentina, indicó: «La contratación de seguros se mantiene estable, si lo comparamos con los registros de la campaña 2015/2016, y en torno a los 18 M ha aseguradas.
Pero en esta última campaña seguramente nos encontraremos con un leve descenso en la superficie asegurada fundamentalmente producto de las hectáreas no sembradas por falta de agua, como las hectáreas no cubiertas sobre los cultivos en estados regulares o malos. En Argentina, donde más del 95% de las primas provienen de seguros de Granizo, los eventos de sequía no provocan impactos significativos en términos de ventas o resultados técnicos, pero muchas veces sí generan impacto en las cadenas de pago de las zonas más afectadas».

Luego, Mina ratificó que a pesar del inicio auspicioso de la campaña, «a partir de diciembre la contratación comenzó a enlentecerse y sobre el nuevo año se detuvo por completo, comenzando a registrarse, incluso, algunas anulaciones, por ello calculamos que se estará entre un 15-25% menos que las estimaciones iniciales».

Acto seguido, Comas sumó: «Para la campaña de fina, la contratación de seguros fue superior a la campaña anterior en el orden de un 22%. En La Segunda llegamos a asegurar 900 mil hectáreas.
En cuanto a la cosecha gruesa, el nivel de aseguramiento sufrió una caída del 5% con respecto a la campaña anterior. Esto se dio por la falta de precipitaciones en la época de siembra, quedando lotes sin sembrar o sembradíos muy tardíos».

 

Se lanzó la Mesa de Riesgo para implementar una cobertura

Martín Moreno, Director Nacional de Estimaciones Agrícolas y Delegaciones, confirmó que muchos lotes que el año pasado estaban inundados hoy están sufriendo una de las peores sequías de que se tenga memoria: «La zona alcanzada por la inundación en 2017 tiene una correlación bastante cercana con el área afectada por la sequía.
Igual, no toda el área afectada por sequía lo está de igual manera. Si bien es un año muy duro desde el punto de vista de la caída de la producción, aun no se llegó al nivel catastrófico que tuvo la seca de 2008/2009.
Pero desde el punto de vista de la pluviométrica, la marca de lluvia de los últimos 4 meses es la más baja de las últimas cuatro décadas. Ahora bien, ¿por qué sostengo que desde el punto de vista de la producción no es tan malo como hace 10 años atrás? Por el buen manejo agrícola que han realizado los productores y por las condiciones de humedad con la cual se inició este ciclo.
Iniciamos la campaña con mucha agua en el suelo, lo que posibilitó que hoy tengamos rindes de maíz muy buenos, por ejemplo. Pero a la vez, para entender la complejidad de la producción, puede ocurrir que en lotes cercanos a aquellos con agua en las napas, la pérdida de rinde por la sequía sí sea importante, porque dichos lotes no acceden a la napa de agua (por lo cual el agua de lluvia es fundamental). Es decir, hay contrastes bastantes marcados».

El funcionario especificó que según los monitoreos realizados por la Dirección a su cargo, el 60% de la zona implantada en la Provincia de Buenos Aires está bajo los efectos de la sequía; en Entre Ríos, la zona afectada abarca el 70% de la zona cultivada, en Córdoba 30% y en Santa Fé 40%, aproximadamente.

«Desde ‘Estimaciones’ estamos enfocados en monitorear esta sequía con todas las herramientas con que cuenta el Ministerio de Agroindustria.
La situación es difícil, pero también es difícil cuantificar la caída de la producción. La campaña aún no terminó, y hay mucha heterogeneidad en la afectación. El oeste bonaerense o el sur de Córdoba son un fiel reflejo de esa situación: hay lotes con buen rinde al lado de lotes con pérdidas del 80%. Es un contraste muy pronunciado. Cuando finalice la campaña podremos cuantificar el daño con mayor precisión», declaró.

 

Horas más tarde de nuestro encuentro con Moreno, entrevistamos a Hugo Rossi, Subsecretario de Coordinación Política del Ministerio de Agroindustria, quien ratificó la decisión de ese organismo de no anticipar datos relativos a la caída de la producción por la seca: «Por responsabilidad técnica no estamos publicando información sobre el nivel de afectación de la producción agropecuaria a consecuencia de la sequía.
Obviamente, la pérdida es alta, porque más de la mitad del área agrícola central tiene algún grado de afectación. En algunas zonas la situación es crítica, y en otras el daño es menor.
Incluso, algunas zonas actualmente con sequía tuvieron exceso de agua prácticamente hasta el mes de octubre de 2017.
Es más, el alza del precio de los granos está reflejando la baja de la producción argentina. Esto se da en especial en el caso de la soja (de enero a marzo su precio aumentó USD 40), un cultivo en el que la variación en la producción argentina incide en el precio internacional.
Es un año de una gran afectación, aunque no tan grave como la seca de 2008/2009 porque en esta oportunidad ya veníamos con mucha agua acumulada en el suelo. En cambio, en la seca de 2008/2009 veníamos con un déficit de precipitaciones desde el mes de mayo. En esa ocasión prácticamente no se pudo hacer Fina. En cambio en esta campaña, la Fina no tuvo esos problemas, ya que incluso tuvo exceso de agua. Esa es la razón por la cual esta sequía no es más grave de lo que podría haber sido con otras condiciones».

Rossi está coordinando las reuniones multisectoriales tendientes a la implementación de un seguro contra sequía.
«Desde el año pasado venimos trabajando con el sector privado en aspectos técnicos tendientes a elaborar un seguro paramétrico con índice para sequía, y con imágenes MODIS para inundación.
Pero hace tres semanas lanzamos la Mesa de Riesgo Agropecuario, a nivel político, con la participación de representantes del Estado y del sector privado. Luego hubo reuniones de carácter técnico.
Allí, las aseguradoras propusieron desarrollar un seguro paramétrico de sequía con índice verde como adicional a la póliza de Granizo.

Las aseguradoras están analizando acuerdos comerciales con algunos proveedores de índices. Por parte del Estado, hace un par de semanas mantuvimos una reunión con la Superintendencia de Seguros en la cual resolvimos algunos temas legales vinculados con la aprobación de las coberturas. Y siguen las reuniones semanales para seguir avanzando en este proyecto».

La mesa está conformada, por el Estado, por funcionarios de la Dirección Nacional de Emergencias y Desastres Agropecuarios, de la Oficina de Riesgo Agropecuario, y de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, de la SSN, de la Secretaría de Servicios Financieros (Ministerio de Economía), de la Jefatura de Gabinete de Ministros, del INTA y del Programa Vulnerabilidad Socioeconómica al Riesgo Climático (Facultad Ciencias Económicas UBA).
Por las entidades rurales, las que formaron la Mesa de Enlace, Coninagro, Sociedad Rural, Confederaciones Rurales Argentinas y Federación Agraria Argentina; ACREA; AAPRESID, también la CAME, y por el sector asegurador, ALASA, ADIRA, y la AACS. Al cierre de esta edición, se nos informó que ADEAA también se sumaría a este ámbito de discusión.

 

Multirriesgo

Caber recordar que los seguros multirriesgo sí amparan contra riesgos sistémicos como la sequía porque cubren un determinado rinde. Sin embargo, su producción de primas no supera el 1% del total de los seguros agropecuarios.
¿Por qué no se verifica una mayor contratación de esta cobertura? Zuccarino respondió: «Las coberturas de tipo multirriesgo tienen una mayor complejidad en el diseño, la operación y la distribución, lo cual requiere de una activa participación tanto del mercado privado como del público. Los países que han logrado implementar programas de gestión de riesgos basados en estas coberturas lo han hecho trabajando en forma conjunta entre los productores agropecuarios, el mercado asegurador y el Estado, donde algunos aportan parte del costo, otros retienen los riesgos y otros la infraestructura de información productiva y climatológica necesaria para poder diseñar productos sustentables».

Después, Abrahamovich aportó: «En Federación Patronal contamos con la posibilidad de contratar un seguro de Multirriesgo Agrícola que le permite al productor agropecuario tener su cultivo cubierto contra una gama amplia de adversidades climáticas, entre ellas por supuesto la sequía. Asimismo, existe la variante de contar con un seguro Multirriesgo global pensado para aquellos productores que apuestan a cubrir sus costos de inversión frente a los riesgos del clima. Sin embargo, en la medida que las primas de estos seguros se fueron encareciendo en el mercado y que los productores comenzaron a ver que la relación costo-beneficio no era conveniente, comenzaron a perder vigencia.
Pensando en estas cuestiones, en Federación Patronal Seguros S.A. brindamos la posibilidad de contratar la cobertura de Sequía pero como adicional a la cobertura de Granizo, pagando una prima extra pero de menor valor que la que se paga en un Multirriesgo. La novedad viene también por el lado de la indemnización, ya que para determinarla se establece un umbral de rendimiento por encima del rinde garantizado en los otros tipos de seguros, de manera de cubrir cuando el rinde baja a causa de una sequía pero en condiciones normales y no cuando sólo se trata de una catástrofe y el rendimiento prácticamente se acerca a cero».

 

La Ley de Emergencia Agropecuaria

Actualmente la única ayuda al productor en caso de sequía, más allá de los seguros, es lo previsto en la Ley 26.509 de Emergencia Agropecuaria, sancionada en 2009.
Como dijo Rossi, «la Ley creó el Sistema de Emergencia Agropecuaria que consiste en dos herramientas principales: la declaración de la emergencia en sí misma, que tiene distintos efectos, y el Fondo Nacional de Emergencia Agropecuaria».

Para que se activen los beneficios de la ley nacional, primero las provincias deben declarar la emergencia agropecuaria en sus respectivas jurisdicciones. «Así lo determina nuestro sistema federal -explicó Rossi-.
El Ministerio de Agroindustria de la Nación recibe los decretos de los gobernadores declarando en ‘emergencia’ y/o ‘desastre’ determinadas producciones (especificándolas), en determinadas regiones y por un plazo también específico. Cada provincia tiene su propia ley de Emergencia Agropecuaria que dispone distintos beneficios. En general, se trata de diferimiento (en el caso de ‘emergencia’) o exención (en el caso de ‘desastre’) de los impuestos inmobiliarios provinciales.
El Ministerio de Agroindustria junto con una comisión técnica amplia, con actores públicos y privados, evalúan si corresponde que el Ministro declare la emergencia para que se apliquen los beneficios de la ley nacional 26.509 para producciones, zonas y plazos específicos, que pueden coincidir o no con los decretados por los gobernadores. Es decir, el Ministerio de Agroindustria no ‘homologa’ la declaración provincial de emergencia o desastre sino que formula una declaración autónoma, que no puede realizarse sin un decreto provincial pre-existente.

La declaración de emergencia por parte del Ministerio de Agroindustria dispara dos tipos de beneficios: crediticios e impositivos, estos últimos consisten en la prórroga (no excepción) de Impuesto a las Ganancias, Impuesto a los Bienes Personales, e Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, por todo el período que indiquen los respectivos certificados individuales de emergencia que emite cada provincia.

El Fondo Nacional de Emergencia Agropecuaria se utiliza para brindar créditos a tasas bajas a los productores afectados y para realizar obras de mitigación de los daños como puentes arrasados por el agua o caminos destruidos en una inundación».

 

Una herramienta para la estabilidad del productor

Para finalizar, Mina afirmó que el sector está enfocado en lograr un programa global, que abarque todos los riesgos y todas las producciones, sobre todo las Economías Regionales: «Se deben discutir y consensuar políticas a largo plazo con legislación adecuada al sector y donde la política de seguro agrícola sea funcional con la política agropecuaria nacional.
También, un programa de seguros agropecuario estatal debe ser un complemento de la ley de emergencia agropecuaria».

Comas, por su parte, aseveró: «Los seguros contra catástrofes como sequía e inundación necesitan de una adopción masiva por parte de los productores agropecuarios, por lo tanto, sin un compromiso serio de adopción en forma ininterrumpida, estas herramientas no se desarrollarán y el productor seguirá pagando de su bolsillo todos los daños provocados por estos eventos».

A esto, Zuccarino sumó: «Muchos productores agropecuarios este año tendrá ingresos muy por debajo de sus costos, lo que impactará en las cadenas de pago y se verá reflejado en la falta de actividad en las economías del interior, y hará que arranque una nueva campaña desfinanciado y sin agua en los perfiles. Con un escenario de incremento de eventos extremos por delante producto en gran medida del cambio climático, el gobierno -junto con los distintos actores- se encuentran trabajando en el diseño de un programa de gestión de riesgos para la actividad agropecuaria. Esperamos que se logren desarrollar las herramientas de contención necesarias antes de la próxima catástrofe para que los productores agropecuarios puedan focalizar sus esfuerzos en generar mayor productividad que con el tiempo nos acerque al equilibrio de la balanza comercial argentina que en 2017 tuvo un déficit cercano a los USD 8.500 millones».