El alcohol está implicado en el 50% de los accidentes de tránsito que provocan muertes o incapacidades definitivas. No obstante ello, la falta de conciencia acerca del consumo de alcohol y sus efectos, sigue siendo el principal inconveniente para su tratamiento y prevención. Cualquier tipo de bebida alcohólica afecta de forma directa al sistema nervioso central de la persona, por lo que sus consecuencias son más que evidentes en las habilidades y capacidades a la hora de conducir. En Argentina, el límite actual permitido para circular es 0,5 gr/l para automovilistas y 0,2 gr/l para motociclistas.
Escribe Dra. Gabriela Álvarez

Se acerca fin de año, las fiestas, las despedidas, las cenas de terminación de etapas, los festejos con amigos, los brindis, y con ello se reaviva una problemática que preocupa a la sociedad en general, relativa al consumo excesivo de bebidas alcohólicas, sobre todo en jóvenes y adolescentes, pero no de manera excluyente, lo cual se torna aún más problemático si el mismo se da en situaciones de manejo.
Durante el transcurso de la pandemia, los hogares argentinos se cerraron para cumplir con la cuarentena impuesta por el coronavirus, y si bien la circulación vehicular se redujo drásticamente, el consumo de alcohol se triplicó, basta sólo con mirar los memes que se hicieron virales en ese momento, para comprender quizás un poco lo que pasaba puertas adentro de muchos argentinos con realidades complicadas. Imágenes como la de una hilera de botellas de cerveza verdes haciendo de frontera entre una casa y un descampado, y una leyenda en letras mayúsculas amarillas que avisa: «Dos semanas más de cuarentena y termino la medianera». O una imagen de Morticia Addams, que mira de reojo sosteniendo una taza de té entre sus manos, y pregunta: «¿Cómo les va con el aislamiento? ¿Ya se dieron cuenta que no eran bebedores sociales?».

Según una encuesta realizada por el Conicet, que circuló de manera online entre el 4 y el 8 de mayo, durante la cuarentena crecieron los dos polos de la frecuencia de consumo: se duplicó el número de quienes no toman bebidas alcohólicas y se triplicó la cantidad de personas que toma todos los días. Esa multiplicación del número de personas que afirman consumir bebidas alcohólicas se registró, con mayor énfasis, en el grupo de 35 a 44 años, entre quienes casi se cuadruplicó (de 4.6% a 18.1%). Es que la cuarentena en confinamiento nos presentó una suerte de presente continuo a través de la repetición de un día tras otro, que se traduce en una indiferenciación entre días laborales y de descanso también en lo que refiere a la ingesta de alcohol. El relevamiento llegó a casi cinco mil personas de 18 años o más que cumplían entre 45 y 50 días de cuarentena en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Entre ellos, por otra parte, se duplicó el número de personas que mencionan directamente no consumir bebidas alcohólicas (eran 8.5% antes de la cuarentena, y 15.95 % durante la cuarentena). En el grupo de 18 a 24 años, este porcentaje se cuadruplicó (de 5.2% a 20.7%). Por otro lado, se redujo a la mitad el porcentaje de quienes consumían bebidas alcohólicas exclusivamente los fines de semana, ya sea algunos al mes o todos los fines de semana.

Con la imposición de la cuarentena, el alcohol se convirtió en una sustancia tentadora para poder lidiar con la realidad, porque es una droga legal y promocionada que produce sedación, disminución de la ansiedad y que facilita el sueño. Esto llevado al plano de conducción de un vehículo implicaría distorsión en la visión y los reflejos, disminución del discernimiento y pérdida de inhibiciones, situación que aumenta las probabilidades de provocar un siniestro vial con consecuencias graves o fatales. Sin embargo, los jóvenes y adolescentes no parecen ser conscientes de ello. Según un estudio de Seguridad Vial en 2020, tres de cada diez jóvenes conductores admitió haber manejado bajo los efectos del alcohol.

En el trabajo de investigación realizado por el Conicet, quedó reflejado que durante la cuarentena se incorporó el consumo de bebidas alcohólicas a nuevas situaciones de la vida cotidiana: entre quienes consumieron, casi un 20% comenzó a tomar alcohol durante la cena y cerca de un 15% mientras lee o escucha música o mira televisión. Por otro lado, quienes consumieron alcohol durante la cuarentena dieron cuenta del aumento en ciertas bebidas, especialmente el vino (el 40% de estas personas aumentó el volumen consumido) y la cerveza (en el 25% de los casos). Entre las razones para tomar más alcohol, prevalecen:

• Desorganización del tiempo, 42.2% porque tienen más tiempo libre y 29.4% por la falta de una rutina estable.
• La afectación emocional provocada por la cuarentena, el 33.6%.
• Quienes afirmaron estar consumiendo menos alcohol durante la cuarentena, señalaron mayoritariamente la falta de salidas o eventos sociales, en un 70%.

No obstante ello, la falta de conciencia acerca del consumo de alcohol y sus efectos, sigue siendo el principal inconveniente para su tratamiento y prevención. Según el estudio realizado por el Conicet, 9 de cada 10 personas que declaran haber tomado más durante la cuarentena no creen que esto afecte su salud, sus vínculos familiares, de amistades y de pareja o su trabajo. Es decir, no consideran su consumo problemático para alguna dimensión relevante de sus vidas

Alcohol y Accidentes de Tránsito

Hacia fines de septiembre, desde el gobierno nacional anunciaron la reactivación de la actividad turística estudiantil. En el mes de octubre, en la provincia de Buenos Aires y CABA, se habilitó el regreso de los boliches en los diferentes distritos, bajo estricto protocolo sanitario por coronavirus. Volvieron los viajes, las fiestas de egresados, las salidas grupales en los días festivos y los bailes, los fines de semana.
 A nivel mundial, el consumo de alcohol entre los jóvenes y adolescentes está directamente asociado a una mayor cantidad de accidentes fatales cuando son quienes manejan. Conscientes de esta problemática, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) establecieron el 15 de noviembre como el Día Mundial Sin Alcohol para promover la responsabilidad de las personas, sobre todo de los jóvenes.

Según la Organización Civil «Luchemos por la Vida», en Argentina mueren alrededor de 14 personas por día en siniestros viales, de las cuales el 56% representa víctimas menores de 35 años. Los fines de semana resultan más peligrosos ya que, a pesar de ser solo dos días, aportan casi la mitad de los muertos en el tránsito (44%).
Durante el año 2020, a pesar de la pandemia, el número de fallecidos por accidentes de tránsito fue de 4.986, con un promedio diario de 14 personas y un promedio mensual de 415. El mapa inferior muestra la división por provincia de la cantidad de fallecidos (2020).

El alcohol ocupa el primer lugar en el mundo entre las sustancias psicoactivas que causan serios problemas sociales, sobre todo en los más jóvenes, ya que son los principales protagonistas de los siniestros viales más violentos, ya sea porque los causan o porque los sufren. Resulta fundamental tener en cuenta que el alcohol está implicado en el 50% de los accidentes de tránsito que provocan muertes o incapacidades definitivas.

Un estudio de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ASNV) divulgado este año determinó que en la Argentina el 50% de los jóvenes de entre 16 y 30 años asegura que sus amigos conducirían después de tomar alcohol, a pesar de que el 93% sabe que esto aumenta el riesgo de morir en un accidente. Además, el 27% admitió que en el último año manejó luego de haber tomado.
Otro sondeo, en este caso del Observatorio Vial de la Ciudad, dio como resultado que cuatro de cada 10 jóvenes dicen que si toman ‘poco’ pueden manejar. Además, el estudio sostiene que los hombres de entre 18 y 35 años conforman el grupo en el que hay más casos de conducción con alcohol en sangre.

Por todo lo expuesto la Asociación Civil Luchemos por la Vida, expuso cuatro prácticas a la hora de tomar alcohol.

1. Si vas a conducir: Nada de alcohol.
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, que afecta funciones mentales esenciales para la conducción como son: la capacidad de juzgamiento y atención, la visión, las respuestas motoras, etc. Si bien, la cantidad de alcohol, el peso, el sexo, la edad de las personas y su estado de salud, determinan variaciones en el grado de intoxicación alcohólica, la única indicación completamente segura para el conductor de vehículos es abstenerse absolutamente de beber alcohol para conducir seguro.

2. Si elegís beber, elegí a otro para conducir.
Este es un concepto nuevo para los argentinos pero muy habitual en países con mayor cultura de la prevención, el famoso conductor designado. Aquel que no quiera privarse de beber bebidas alcohólicas en una salida puede preveer el regresar por otro medio que no sea conduciendo su coche.

3. Si bebió y pretende conducir, no viajes con él.
Esta sugerencia implica un llamado de atención para quien viaja como acompañante, conducido por otro. Cada uno debe hacerse responsable por el cuidado de su propia vida. Aquel que es llevado por un conductor alcoholizado, corre el mismo riesgo que el que conduce.

4. Elegir en el grupo quien no beba para poder conducir.
Este comportamiento, bastante habitual en otros países, implica la toma de conciencia individual y grupal de la necesidad de autoprotegerse eligiendo a quien se ‘privará’ algo, por la seguridad de todos.

Efectos que provoca el alcohol al conducir

El sólo hecho de beber alcohol aunque sea en mínimas cantidades provoca alteraciones en nuestra capacidad de reacción y de toma de conciencia ante una situación del tránsito. Por ello, para conocer en profundidad cuáles son realmente los efectos que el consumo de alcohol provoca en nuestro cuerpo, podemos decir que:

• Incrementa el riesgo de sufrir un incidente vial y la probabilidad de que éste tenga un desenlace mortal o cause traumatismos graves.

• Produce importantes efectos sobre la visión: la acomodación y la capacidad para seguir objetos con la vista se deterioran, incluso con niveles bajos de alcohol en sangre.

• Genera efectos sobre la coordinación y la atención, y aumenta el tiempo que una persona tarda en decidir qué debe hacer o cuándo actuar.

• Provoca falso estado de euforia, seguridad y confianza en sí mismo: aparece un desprecio por el peligro y una tendencia a transgredir las normas.

• La alcoholemia, que es la cantidad de alcohol por litro de sangre en un individuo, está directamente relacionada con la cantidad y tipo de bebida que se tome. Si bien el límite es de 0,5 g/l, se debe tener en cuenta que concentraciones menores también aumentan el riesgo de posibles incidentes viales.

La conclusión que podemos extraer de lo mencionado anteriormente es que tomar alcohol y conducir supone un riesgo tanto para el conductor como para los acompañantes y para el resto de los vehículos y peatones que comparten el trayecto. Cualquier tipo de bebida alcohólica afecta de forma directa al sistema nervioso central de la persona, por lo que sus efectos son más que evidentes en las habilidades y capacidades a la hora de conducir.

Todas las bebidas que contengan alcohol, incluso aquellas que ‘aparentemente’ puedan ser inocuas o contener una graduación baja, como puede ser la cerveza, afectan de una o de otra forma al sistema nervioso central, reduciendo las capacidades y las habilidades de la persona que esté al volante, aumentando -por lo tanto- las posibilidades de poder sufrir un accidente.

Los efectos del alcohol en la conducción varían según el nivel de alcoholemia en cada persona y dependen de la complexión física, el peso y, también, el sexo.
• Con 0,15 g/l en sangre, ya hay riesgo de sufrir un accidente al haber una disminución en los reflejos.
• Los errores en la apreciación de las distancias pueden aparecer con una tasa de 0,20 g/l.
• La posible excitación emocional, la disminución de agudeza mental y la capacidad de juicio, la relajación y la sensación falsa de bienestar y el deterioro ocular aparecen con una tasa de 0,3 g/l.
• Con una tasa de 0,5 g/l, se da un mayor tiempo de reacción, con una perturbación en las condiciones psicomotrices de la persona, euforia y falta de sensación de bienestar.
• Con un nivel de 0,8 g/l, los efectos en las personas ya son los propios de estar en un estado de embriaguez serio, con los reflejos muy perturbados y con una notable pérdida de control en los movimientos.
• A partir de 1,2 g/l, el estado de embriaguez empeora y con ello una mayor coordinación en los movimientos y en la visión, así como la percepción sobre la presencia de un riesgo (no ser conscientes del riesgo y de cada instante).
• Por último, con una tasa de 1,5 g/l, la embriaguez es muy grave, con una notable confusión mental, con una pérdida evidente en la capacidad de movimientos psicomotrices, gran incapacidad mental, con visión doble y una actitud titubeante.

Por otro lado, según un estudio publicado por la DGT, la absorción del alcohol es más lenta en bebidas fermentadas (como la cerveza o el vino) que en las destiladas (como la ginebra, el ron o el whisky). Además, el alcohol tomado junto a bebidas gaseosas (como la tónica o ciertas bebidas de cola) o tomada caliente, puede favorecer la rapidez de aparición de la alcoholemia.
Por otro lado, la rapidez de absorción del alcohol depende de la cantidad que llegue al intestino delgado, por lo que la presencia de alimentos en el estómago es una variable muy importante. Cuando el tubo digestivo está vacío, la cantidad de alcohol que pasa a la sangre es mayor y lo hace de forma más rápida. Por ello, no es nada recomendable consumir alcohol sin haber comido nada.

Legislación en Argentina y Proyectos de Ley

El 19 de octubre de 2021 se dio inicio al tratamiento del proyecto de Ley de Alcohol Cero al Volante en la Cámara de Diputados de la Nación. El proyecto fue elaborado por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), organismo dependiente del Ministerio de Transporte, el Ministerio de Salud y la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SEDRONAR), y legisladores nacionales. En Argentina, el límite actual permitido para circular es 0,5 gr/l para automovilistas y 0,2 gr/l para motociclistas.
Sin embargo, en nuestro país, siete provincias cuentan con la normativa de la tolerancia cero de alcohol al volante: Córdoba, Salta, Tucumán, Entre Ríos, Jujuy, Río Negro y Santa Cruz. También la tienen las ciudades de Mar del Plata, Rosario, Neuquén, Ushuaia, Río Grande, Posadas y Moreno.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la intención clara de bajar la siniestralidad en las calles y avenidas porteñas, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires envió a la legislatura local un proyecto de ley para sancionar con mayor dureza a los conductores que den positivo en los tests de alcoholemia. En el año 2020 murieron 82 personas por siniestros viales en territorio porteño, apenas un 20% menos que en 2019, pese a la prolongada cuarentena impuesta por la pandemia.
La propuesta, denominada Programa Integral de Convivencia Vial, apunta a inhabilitar al menos durante dos meses a los automovilistas que manejen con más de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. Si el dosaje oscila entre medio y un gramo de alcohol por litro de sangre, deberán pagar además una multa de 150 a 1000 unidades fijas ($7950 a $53.000) y podrían tener prohibido conducir hasta por cuatro meses. Si se determina que tienen un gramo de alcohol por litro de sangre o más, deberán pagar una multa de entre 300 y 2000 unidades fijas ($15.900 a $106.000) o sufrir entre uno y diez días de arresto. Además, serán inhabilitados entre cuatro meses y dos años para conducir, y el caso no podrá ser dejado en suspenso. Si se aprueba el curso, el plazo de inhabilitación en la primera contravención puede reducirse a la mitad.