La situación del mercado asegurador en el ramo automotor es realmente crítica. Los rendimientos financieros son casi inexistentes, los insumos y servicios están dolarizados al dólar blue, las tarifas están muy elevadas, aún cuando la alta inflación no resulta posible trasladarla a los precios. Muchas compañías tratan de mantener sus tarifas con el fin de retener cartera, lo que las ubica muy por debajo de su límite técnico. La alta inflación y el aumento de los costos, sumado a la imposibilidad de abonar tarifas cada vez más elevadas, genera un gran inconveniente a la hora del pago de los siniestros.
Escribe Dra. Gabriela Álvarez

La situación macroeconómica de nuestro país está atravesando uno de sus peores momentos. Una inflación mensual que ronda el 7/8%, una inflación acumulada que ya alcanza niveles de cifras de tres dígitos, un dólar por las nubes que sigue subiendo -siempre haciendo referencia al llamado dólar blue, ya que al oficial son cada vez menos las personas que pueden acceder por diferentes motivos-, una importantísima restricción de las importaciones, lo que genera la falta de repuestos para reparar los vehículos, son sólo algunos de los motivos que generan el aumento de todos los precios en la economía en general y también de los seguros que están ‘atados’ a muchas de estas variables.

 

Qué incluye el precio de un Seguro

El valor de las primas de un seguro de autos se determina teniendo en cuenta una gran cantidad de factores que hacen principalmente a:
La zona donde vive el asegurado.
La edad del conductor habitual del vehículo.
El tipo y tiempo de uso que se le da al automóvil.
El tipo de vehículo a asegurar.
El historial de manejo de su conductor.
El lugar donde el vehículo queda guardado.

Independientemente de ello y tomados en cuenta esos factores, se debe analizar qué rubros debe contener el precio de un seguro para que resulte rentable para la aseguradora. Recordemos que la compañía de seguros recauda toda la masa de dinero proveniente de las primas, para con ello poder hacer frente a los siniestros que vayan teniendo lugar dentro de sus pólizas. De ahí la necesidad para todos de que la aseguradora sea rentable y cuente con el capital suficiente que le permita hacer frente a las obligaciones contraídas.

Por ello, el precio de un seguro además de lo mencionado debe tener en consideración:

El aumento del costo de la mano de obra utilizada para la reparación de los daños de los vehículos, tanto de asegurados como de terceros.
El terrible aumento sufrido por el valor de los repuestos e insumos de reparación, sobre todo aquellos repuestos que son importados y que están atados a las restricciones en las importaciones, pero sobre todo al aumento del valor del dólar, máxime si tenemos en cuenta que se estima que un 80 por ciento de los repuestos -o por lo menos algunos de sus componentes- son importados. A esta problemática se agrega la falta de repuestos, en muchos casos no sólo los repuestos de los vehículos tienen altísimos costos sino que no se consiguen en el mercado, lo que conlleva que vehículos que sufrieron un choque estén meses en el taller a la espera de los mismos. Ello se debe a la limitación en el circuito de las importaciones establecida por políticas gubernamentales. Principalmente, lo mencionado se ve reflejado en los casos de coberturas de daños parciales e incluso en los siniestros por la cobertura de responsabilidad civil del asegurado frente a terceros, cuando se trata de indemnizar el costo de la reparación de un vehículo.
El aumento del valor de los autos 0 kilómetros y usados. Un seguro debe responder ante un caso de robo total o destrucción del vehículo, teniendo en cuenta la suma asegurada pero también el valor del mercado de dicho bien. Con el aumento que sufrieron los vehículos 0 km y los usados, necesariamente se requiere una actualización de la suma asegurada, lo que termina impactando en un mayor costo del seguro. Tengamos en cuenta también que en la inmensa mayoría de los vehículos, tanto usados como 0 kilómetros, se han reportado incrementos de precios que están muy por encima de la inflación.
La variación constante del tipo de cambio para los costos en dólares.
El incremento imparable de los costos propios del sector asegurador, tales como alquileres, sueldos, insumos, tecnología, marketing, entre otros.
El aumento de siniestros fraudulentos también impacta en el costo de los seguros, atento que las compañías se ven obligadas a perseguir estos hechos, lo que implica el aumento de los gastos que dicho hecho genera, tales como investigadores, liquidadores, entre otros. Aquellas compañías que tienen como política elevar el caso fraudulento a juicio, con el fin de obtener una condena ejemplar para quien lo comete, ven sus costos aún más elevados, ya que requiere la presencia de abogados, peritos, entre otros profesionales.

Ante esta situación, las compañías de seguros se ven envueltas en la necesidad de recuperar un resultado técnico positivo, que luego de la pandemia no todas lograron alcanzar. En el mercado existen compañías preocupadas por fidelizar su cartera, mientras que otras tienen como objetivo crecer en el mercado en determinado rubro a los fines de lograr el equilibrio en sus cuentas.

La situación del mercado asegurador en el ramo automotor es realmente crítica. Los rendimientos financieros son casi inexistentes, los insumos y servicios están dolarizados al dólar blue, las tarifas están muy elevadas, aún cuando la alta inflación no resulta posible trasladarla a los precios, ya que ello dispararía el costo de los seguros a montos impagables.

Muchas compañías tratan de mantener sus tarifas con el fin de retener cartera, lo que las ubica muy por debajo de su límite técnico.
El aumento de los neumáticos es un capítulo aparte. Se estima que con un neumático sustraído, la compañía pierde una vigencia de póliza de prima, mientras que con un servicio de remolque, algo tan básico como ello, se pierden dos meses de prima. Mención aparte son los casos de choques con lesionados y fallecidos, donde el valor del punto de incapacidad o el valor vida de dicha muerte, está en valores inimaginables, dando todo ello como resultado la insuficiencia técnica de las compañías para hacer frente a este tipo de siniestros.

Las políticas de las Compañías

Estas son las reglas con las que todo el mercado asegurador debe lidiar. A partir de allí, cada compañía de seguros, toma sus propias decisiones políticas respecto de la actitud a tomar frente a las inclemencias económicas con las que deben jugar.
Como resultado de ello, las compañías del mercado se vieron envueltas en la necesidad imperante de trasladar a las tarifas los aumentos generados por la alta inflación lo más rápido que les sea posible. Es así que muchas optaron por reducir la vigencia de las pólizas, en muchos casos de seis a tres meses, y en otros directamente establecieron pólizas de vigencia mensual donde se renuevan mes a mes con el correspondiente incremento de los valores.

Aquellas compañías que optaron por mantener la vigencia anual, establecieron esquemas que permiten ir realizando refacturaciones a corto plazo, con el único objetivo de tener más posibilidades de ajustar las primas. Esta metodología permite mantener la solvencia de las aseguradoras, sin necesitar de achicar coberturas ni servicios, hecho que tendría un impacto muy negativo a la hora de evaluar una cobertura por parte de los asegurados, que están acostumbrados a un mínimo de servicios que no están dispuestos a resignar y su carencia podría implicar la decisión de cambiar de compañía.

Otra acción que muchas aseguradoras están realizando tiene que ver con las franquicias. Hasta no hace mucho tiempo, en los casos de coberturas de todo riesgo, las franquicias en caso de siniestros constituían una suma fija para el asegurado. La galopante inflación hizo que dichas franquicias, a medida que pasa el tiempo, vayan quedando totalmente irrisorias, motivo por el cual, establecieron una modalidad de franquicias variables, que constituyen un porcentaje de la suma asegurada. Por ende, a medida que aumenta la suma asegurada, también se elevan los montos de franquicia a cargo del cliente. Dichas franquicias variables se suelen fijar entre un 5 o 10% de la suma asegurada.

Tanto la reducción del tiempo de vigencia de las pólizas, que genera aumentos constantes en el valor del seguro, como también la variación de la manera de calcular la franquicia, provocan en muchos casos una alta resistencia por parte de los clientes al momento de contratar una póliza, pero resulta inevitable en la situación actual que atraviesa el país.

Particularmente en el sector de los seguros de autos, estas situaciones vienen a agravar aún más la realidad que ya se estaba viviendo y que tiene que ver con la gran cantidad de competidores que existen en el mercado para este nicho. La guerra de precios es constante y estas variables no hacen más que acrecentarla. Este tipo de situaciones podemos notarlas aún más si tenemos en cuenta el tamaño de las aseguradoras, principalmente cuando hablamos de compañías de seguros de gran tamaño y patrimonio que dominan claramente el mercado, concentran más del 50% del mismo contra compañías pequeñas, cuya comparación y margen de maniobra se ve muy acotado y, por ende, la posibilidad de atravesar estas inclemencias se ve aún mas marcada.

Tengamos en cuenta que dentro del ranking de seguros, la compañía ubicada en el primer lugar en cuanto a la producción de seguros de autos, tiene diez veces más patrimonio que la décima. Estas grandes empresas tienen la posibilidad de mantener tarifas sin grandes esfuerzos, atento que cuentan con un patrimonio atrás que las respalda. En cambio, quienes no se encuentran en dicha situación, muchas veces optan por tratar de reducir el costo de los siniestros, en muchas ocasiones ofreciendo montos muy por debajo de lo que realmente correspondería, o bien estirar en el tiempo los plazos de pago, que en muchas aseguradoras pasó de ser de 30 días corridos a 45 días hábiles, que en muchos casos tampoco se terminan cumpliendo.

Infraseguro

Si bien esta es una problemática que aqueja a las compañías desde hace años, la alta inflación y el aumento de los costos, sumado a la imposibilidad de abonar tarifas cada vez más elevadas, genera un gran inconveniente a la hora del pago de los siniestros; justamente porque es ahí donde se hace efectivo y justifica el esfuerzo realizado por el asegurado para abonar su póliza, ahora es el momento donde la compañía debe responder como corresponde por todo lo abonado. Sucede en muchos casos que el asegurado, por ignorancia o con el objetivo de no seguir elevando el costo de la prima, decide no actualizar el valor del bien cubierto por la póliza, quedando en muchos casos desactualizado. Eso puede pasarse por alto hasta el momento en que el siniestro tiene lugar. Es en ese instante, cuando el asegurado toma realmente conciencia de que con el fin de abonar un monto menor, no actualizó el valor de su bien y a la hora del efectivo pago por parte de la compañía, la indemnización resulta muy inferior al valor del vehículo en plaza, lo que provoca que ya con ese dinero no pueda comprarse un vehículo igual al que tenía previo al hecho.

Podemos decir que hay infraseguro cuando se asegura un bien por debajo del valor real del mismo. Esta situación solía ser muy frecuente en las pólizas de incendio de edificios o de hogar, pero debido al incremento en el valor de los vehículos que viene dándose últimamente, comenzó a verse en el valor de los vehículos, que afecta a la cobertura de robo o destrucción total.
Este hecho genera que al momento real de abonar el siniestro, la indemnización no sea suficiente para adquirir otro bien como el que se tenía asegurado, lo que es objeto de grandes controversias con los asegurados, quienes muchas veces por desconocimiento y otras con intención, deben poner dinero de su bolsillo para adquirir algo similar a lo que tenían.

De ahí surge la necesidad de actualizar las sumas aseguradas periódicamente, y de contar con el asesoramiento de un productor asesor de seguros que vigile estas situaciones para no encontrarse al momento del siniestro son sorpresas desagradables.