
Autor: Gonzalo Abalsamo, co fundador y CEO de Simplestate, plataforma de ahorro.
Hoy el dinero se mueve más que nunca, pero casi no se guarda: las APIs para pago y crédito están maduras. Las de ahorro, no.
La industria fintech en Latinoamérica ha logrado que pagar sea fácil, rápido y accesible, pero ha dejado de lado un aspecto fundamental: cómo lograr que las personas ahorren de manera automática, sostenible y con sentido.
En América Latina, pagar es fácil, invertir es posible, pero ahorrar sigue siendo una ilusión para millones. La mitad de los hogares termina el mes con ahorro negativo y el ahorro interno bruto ronda apenas el 18?% del PBI, muy por debajo del promedio OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) que ronda el 24?%.
En paralelo al bajo nivel de ahorro, los pagos digitales están creciendo de manera explosiva: sistemas como Pix en Brasil, DEBIN en Argentina, o CoDi en México han acelerado la adopción de transferencias directas entre personas y comercios. Las billeteras digitales, el e-commerce y la infraestructura de pagos se multiplican, y se estima que los ingresos del sector llegarán a 300 mil millones de dólares para 2027.
El dinero se mueve, pero muy poco se queda. Se gasta, se transfiere, incluso se invierte con alto riesgo, pero rara vez se guarda de forma sistemática y segura. Mucho menos se construye patrimonio real a largo plazo. Y en este contexto, surge un nuevo enfoque que podría ser la solución: ofrecer la posibilidad de ahorrar como un nuevo servicio – Saving as a Service– Hoy el mercado ofrece múltiples soluciones para pagar, pedir prestado o acceder a instrumentos financieros complejos. Pero casi ninguno está diseñado para seleccionar tu objetivo, separar parte del ingreso e invertir de modo recurrente para alcanzar ese objetivo. La clave está en construir un hábito de ahorro sostenido, guiado y con sentido de propósito.
Desde Simplestate venimos explorando esta problemática, la que nos permitió comprobar la importancia de ofrecer soluciones de ahorro. Durante el último año, el 38?% de nuestros usuarios activó una función de auto-ahorro, aportando 4,6 veces más al mes. Además, el 72?% eligió invertir en al menos un activo real: desde fracciones de propiedades hasta notas en dólares. Esto confirma nuestra propia tesis: el usuario quiere ahorrar, pero necesita herramientas claras, simples y acompañadas.
Lo que realmente falta en el ecosistema no es otra app de inversiones ni un nuevo producto de ahorro, sino tecnología que funcione como motor inteligente y permita a bancos, fintechs y comercios incorporar lógicas de ahorro dentro de sus propias experiencias: metas que se fondean con pesos, dólares, cripto o puntos de lealtad, y que se invierten automáticamente en activos reales, regulados y diversificados según el perfil del usuario.
Pero lo más potente es lograr generar el hábito de ahorro, sin depender de la memoria del usuario, sino a través de la propia tecnología, que permita que el ahorro se convierta en un comportamiento recurrente y medible y que además genere datos clave para expandir la inclusión financiera. Porque cuando hay información sobre cómo ahorras, también puede haber crédito inmediato, justo y accesible. Todos ganan: el usuario, la plataforma y el sistema.