“Hubo un envejecimiento de la visión del seguro”

 

Frente a la Ley 27.486, que establece un nuevo impuesto para cooperativas y mutuales, desde la Asociación Argentina de Cooperativas y Mutualidades de Seguros (AACMS) se ha decidido no cuestionar severamente la resolución y estar a la espera de que existan otros cambios que permitan eliminar éste. Pero obviamente consideran que este tributo disminuye la capacidad del sector. Con más de 63 años de trayectoria en el mercado, Alfredo González Moledo sostiene que al seguro le falta creatividad y seriedad en la discusión de las tarifas, al mismo tiempo que señala que las reglas de juego deben ser conocidas y mantenidas en el tiempo.

 

 

El Lic. Alfredo González Moledo, Presidente de la Asociación Argentina de Cooperativas y Mutualidades de Seguros (AACMS), reflexiona sobre el presente de la actividad aseguradora y las asignaturas pendientes del sector.

– ¿Cuál es el origen del seguro cooperativo en Argentina? ¿Cómo nace la AACMS?
– El Seguro Cooperativo nace en la República Argentina el 1º de Octubre de 1898, de acuerdo a los principios de la cooperación mundial. Nació para cubrir riesgos que el seguro comercial no aceptaba o los consideraba peligrosos, tales como granizo, taxis, transportes de cargas y transporte de pasajeros. Los fundadores eran colonos o inmigrantes europeos, franceses fundamentalmente, dedicados a la agricultura. El principio del cooperativismo es que todos sean socios de la cooperativa y con derecho a un voto.
En las cooperativas sus socios nunca pierden su condición de tales, en cambio en las mutuales si no tienen cobertura, pierden su calidad de asociados.

– ¿Cuál es la posición de la Asociación Argentina de Cooperativas y Mutualidades de Seguros (AACMS) sobre la Ley 27.486, que establece un nuevo impuesto para cooperativas y mutuales? ¿Cómo impacta este nuevo tributo sobre el capital de las cooperativas de seguros?
– En 1940 se forma un club de aseguradores cooperativos, se lo invita a participar al Dr. Arturo Vainstok, Doctor en Derecho y Ciencias Sociales y Abogado; fue co-redactor de la Ley General de Cooperativas Nº 20337, quien sostuvo que no debería ser un club sino una entidad de segundo grado, que defendiera los intereses del sector. Desde su inicio hasta la sanción de las leyes aún vigentes (Ley 20321 y Ley 20337), sostienen en sus fundamentos que las cooperativas y/o mutuales no tienen utilidades, a lo sumo un exceso de previsión que debe ser devuelto a sus socios en forma proporcional a las primas contratadas.
En varias oportunidades surgió el incluir a las cooperativas en el impuesto a las ganancias y siempre quedó sin efecto por los argumentos ya expuestos. La nueva imposición no es un impuesto a las ganancias sino, como su misma definición lo indica, una contribución voluntaria para ayudar con el déficit que existe en la economía.
Existe una dualidad con respecto a este tema, en primer lugar y fundamental, por fin entendieron que no podía ser un impuesto a las ganancias, puesto que la propia Ley de Cooperativas (N° 20337) y la Ley de Mutualidad (N° 20321) expresamente marcan que las cooperativas y mutuales no tienen fin de lucro, entonces, mal se puede cobrar un impuesto sobre una actividad que no tiene como objetivo el lucro. De modo que, aparentemente, se ha buscado una forma de una contribución voluntaria.

– ¿Por qué señala «aparentemente»? ¿Considera que se trata de una contribución extraordinaria, de carácter transitorio como establece la ley, o existe la posibilidad latente de que pueda ser definitivo?
– Porque ¿cómo entiende Usted una contribución que le dicen que es ‘voluntaria’, pero la Superintendencia le exige que la declare? Además, recordará el impuesto al cheque, que también era temporario y ya lleva 12 años. Es decir, esta contribución tiene carácter de transitoria, lo cual no garantiza nada. En este sentido, valga el ejemplo del impuesto al cheque, que se aplicaría por dos años aproximadamente y aún hoy sigue vigente. Por lo tanto, no soy partícipe de esto. En todos los proyectos que habían entrado en la Cámara de Diputados y de Senadores, yo participé en las discusiones de las comisiones, las cuales entendieron claramente y por eso, siempre excluyeron. Las cooperativas tenían un impuesto sustitutivo para compensar éste, pero a su vez con un agravante. Ahora es un impuesto, si se quiere, negativo. ¿Por qué motivo? Cooperativismo hay en todas las actividades, como por ejemplo, trabajo, vivienda, etc., pero lo aplicaron únicamente a seguros y crédito, lo cual es discriminatorio. Por ejemplo, a un productor agropecuario cooperativista, si le haces un seguro, le cobras un impuesto que no puede trasladar y con el cual no puede hacer absolutamente nada. Por eso sostengo que la moral que nos preocupa es que el motivo por el cual se hizo es la situación económica del país, que realmente es muy grave.
Como contribución, se ha decidido no cuestionar severamente la resolución y estar a la espera de que existan otros cambios que permitan eliminar éste. Obviamente, que este tributo disminuye la capacidad del sector.

– No obstante, cuando uno habla con los responsables o CEOs de las Compañías de Seguros, normalmente expresan que están en un buen momento y también creciendo…
– Eso es un absurdo, basta con mirar las cifras de la Superintendencia. Se trata de un mero crecimiento por inflación y, además, magro, porque no llega a cubrir los ramos, pero a su vez, con un cambio de calidad de cobertura. Hoy en día, de todo riesgo sin franquicia, la gente pasó a todo riesgo con franquicia, y actualmente, a terceros. Me aterra cuando los Gerentes, Directores o CEOs de las Compañías de Seguros expresan que el mercado «es una maravilla». No puede serlo. El mercado mundial de seguros está siempre puesto en el sector Crédito, y dentro de éste, en el área de Ahorro, porque las reservas sirven para reinvertir. ¿Cómo puede haber ahorro cuando existen 4, 5 o 6 millones de personas que cobran subsidio porque no tienen para vivir, o cuando no hay nivel de trabajo? Entonces, cuando sostienen que se ha crecido, para mí es una falacia absoluta, y desgraciadamente, nos vendemos como Gerentes de Producción. Pero cuando uno observa, tienen menos vehículos expuestos a riesgo, menos coberturas de incendio, y así sucesivamente. Pero al mismo tiempo, no se tiene en cuenta que aparecieron infinidad de nuevas coberturas que antes no existían, como todo lo de caución y garantías. Se trata de seguros nuevos, con primas ingresadas que, en la vorágine, van a la balanza del seguro, pero si uno toma ramo por ramo, observa que dicho crecimiento no existe.

 

– ¿Y cuál es su visión sobre la actualización de incentivos fiscales para Vida y Retiro?
– Creo que también es otra falacia. Reitero que existen algunas muletillas en seguros, copiadas de Estados Unidos, Brasil o de dónde fuere, pero que son países que tienen otra economía, con 1300 millones de habitantes y una inflación de 2% anual. El Seguro de Vida es ahorro puro. ¿Puede decirme qué posibilidad de ahorro tiene un trabajador? Cero. Y además, ¿cómo van a tener confianza? Cuando históricamente en el Seguro de Vida a uno le pagaban a valor histórico sin ajuste. Uno ahorraba 20 años y cuando iba a cobrar, eran monedas. El tema que se dice respecto a que el Seguro de Vida va a producir crecimiento porque capta ahorros, es verdad que los capta, pero tiene que haber capacidad de ahorro, y esta última no se inventa de hoy para mañana. Se necesita solvencia en el país y en las empresas.

– ¿Cómo analiza la actualidad del mercado de seguros en cuanto a capitales mínimos, tarifas, resultado técnico y financiero?
– El mercado actual en cuanto a las resoluciones de capitales mínimos, tarifas, resultado financiero, pueden ser técnicamente correctas, pero en situaciones de economía estable; aumentar las reservas, los capitales y exigir resultado técnico positivo es realmente una utopía. Todo se puede lograr en seguros pero es imprescindible que haya tiempo para la implementación de este tipo de resoluciones.

 

– ¿Cuál es su visión sobre el rol de la Superintendencia de Seguros y la política aseguradora que lleva adelante la actual administración? ¿La AACMS es consultada por el organismo?
– La Superintendencia de Seguros de la Nación, no cabe dudas que sigue una línea de acuerdo a la política económica. En cuanto a si es consultada esta Asociación por el organismo de control, debemos decir que no, porque la última vez que fuimos convocados, recibimos un mal trato absolutamente injustificado por parte del señor Vicesuperintendente, con agresión verbal.

– Con más de 63 años en la industria aseguradora, ¿cómo ve el proceso de transformación digital y el cambio de paradigma que se observa en el sector en cuanto a innovación y nuevas tecnologías?
– El proceso de transformación digital y el uso de nuevas tecnologías consideramos que es sumamente importante para aggiornar el trabajo de las aseguradoras y la capacitación del personal, y que a su vez sirvan para disminuir costos a los asegurados.

– ¿Qué actividades realiza la AACMS para promover el seguro cooperativo en Argentina?
– La Asociación que presido, produjo distintas herramientas para que el seguro cooperativo mantuviera su posición en el mercado, también participa a nivel internacional en la ICMIF e ICMIF Américas, manteniendo una muy buena relación y comunicación con el movimiento cooperativo y mutual internacional.

– ¿Cuáles considera que son los grandes déficits y asignaturas pendientes que hoy presenta el mercado argentino de seguros?
– El mayor déficit y asignatura pendiente es la falta de diálogo entre las distintas cámaras para diseñar un mercado actual y acorde con la política. También sería necesario mejorar coberturas y no enfatizar en riesgos que pueden ser importantes en otros países con realidades económicas distintas a las nuestras.
Creo que al Seguro le faltan dos cosas. Todo el mundo pregunta ¿por qué las cooperativas? Las cooperativas nacieron con los seguros que no tomaban las sociedades anónimas ni las extranjeras, en 1898, como por ejemplo, accidentes de trabajo, taxis, colectivos o servicios públicos. De este modo fueron apareciendo cooperativas que cubrían este tipo de riesgos, fueron creciendo y llegaron a tener el 30% del mercado. Ahí fue donde todo el mundo empezó a cubrir autos y accidentes de trabajo. ¿Qué quiero decir con este ejemplo que se puede verificar en la historia del seguro argentino? Que no hubo creatividad ni seriedad en la discusión de las tarifas. Por ejemplo, en el caso de un seguro de incendio obligatorio para consorcios, ¿sabe Usted qué cubría? Los espacios comunes -la escalera y el lobby– por ley, pero todo lo demás no lo cubría. Entonces, la gente que tomaba ese seguro, cuando existía un siniestro no cobraba un centavo. Infinidad de veces señalé que había que cambiarlo, tratando de desarrollar una cobertura para todo el edificio y asunto terminado. ¿A quién le interesa solo los espacios comunes? Pero no se aceptó porque «total, nunca tuvimos un siniestro». Claro, era prima gratis. Pero esa «avivada argentina» de no dar cobertura, tiene patas cortas y después se paga. Entonces, a raíz de esto, nadie cubría taxis y tampoco motos. Mientras que hoy, está en auge el seguro para motos. Esto significa que lo que falta es una coherencia empresarial. Hay más cámaras que entidades aseguradoras y dichas cámaras no se reúnen a discutir los temas de fondo y tratar de consensuar para llevar proyectos concretos a la Superintendencia. Y las veces que se produce la reunión, es para dilatar y no llegar a conclusiones, lo cual trajo aparejado que hubo un envejecimiento de la visión del seguro. La gente desconfía del seguro y lo hace porque lo hemos ganado «con el sudor de nuestra frente». Entonces, no hay ni buenos ni malos, hay equivocados.

 

– A modo de conclusión, ¿qué reflexión realiza sobre el presente y la proyección de las cooperativas y mutuales de seguros hoy en Argentina?
– A modo de conclusión decimos que las reglas de juego deben ser conocidas y mantenidas en el tiempo, esa es la base para que el sector seguros y el nuestro en particular, puedan tener un verdadero crecimiento.